martes, 3 de agosto de 2010
En un abrir y cerrar (de puertas y ventanas)
lunes, 26 de julio de 2010
¿De qué estás blablando, Willis?
miércoles, 21 de julio de 2010
Vos también podés ser Shrek
viernes, 16 de julio de 2010
miércoles, 14 de julio de 2010
Vuela mosca
lunes, 12 de julio de 2010
El otro monumento
sábado, 3 de julio de 2010
Juliancito sale a la calle
lunes, 28 de junio de 2010
Qué bien Tevez, Carlitos
viernes, 25 de junio de 2010
Dialogos callejeros
Pedante galantería machista
ÉL: ¿Conocés Devoto?
ELLA: Sí, como no voy a conocerlo. Nací ahí y viví 20 de mis 23 años.
ÉL: No te puedo creer, estoy asombrado.
ELLA: ¿Porque soy de Devoto?
ÉL: En parte. Y también porque sos muy chica.
ELLA: ¿No serás vos muy grande? (ríe)
ÉL: No me hagas esos chistes que me pongo mal. (¿ríe?)
ELLA: Bueno, perdón, jefe.
ÉL: Sabes que acá ya no soy tu jefe – se interrumpe – guarda con el escalón.
ELLA: ¿Por qué me preguntabas lo de Devoto?
ÉL: Porque cruzando la avenida, ahí donde ahora es “Devoto Norte”, hay una casona donde se desgustan vinos. Es tremenda, podríamos ir para allá el viernes. El rincón del Borbón, se llama.
ELLA: Ah, no, no conozco mucho.
ÉL: Antes estaba ese lugar que era espectacular, donde se cocinan todo a leña… ¿cómo es que se llama…?
ELLA: No, no sé, ni idea
ÉL: No sé si segurá estando, era cruzando la plaza
ELLA: ¿En Devoto?
ÉL: No, en Devoto Norte
ELLA: No sé, no soy de salir mucho a comer afuera, solo voy a la casa de mis viejos.
ÉL: Ay, pero ¿cómo era que se llamaba? – se interrumpe – bue, no, vos sos chica, que te vas a acordar…no te debés ni acordar el nombre, ni nada. Solo los hombres siempre nos acordamos donde se toma un buen vino, pero… ¿Cómo se llamaba?
*
“Allá tengo todo”
ÉL: Entonces…
ELLA: Sí, me voy a ir para el sur
ÉL: ¿Estás segura de que querés volver?
ELLA: Sí, ya lo pensé bastante. Allá está mi vida, lo de venir a Buenos Aires fue un intento, no digo que no haya estado bueno, te conocí a vos, pero…
ÉL: ¿Y vas a dejar todo?
ELLA: Dejar todo… no es dejar todo. Allá tengo todo en realidad.
ÉL: ¿Y la facultad?
ELLA: En el sur hay facultad
ÉL: ¿Y el laburo?
ELLA: Conseguiré alguno allá, no sé
ÉL: ¿Tan decidida estás?
ELLA: Sí, el sábado viajo.
(No lo dijo, pero lo habrá pensado)
ÉL: ¿Y yo?
lunes, 21 de junio de 2010
Los elegidos
No cualquiera tiene la posibilidad de ser elegido. Si estás leyendo esto, bien. A partir de ahora sos uno de los seleccionados. No pienses nada, no es ni bueno ni malo, es lo que te tocó en este momento por estar leyendo esto. Ahora, afrontar la responsabilidad de ser uno de los elegidos está en tus manos. Este paréntesis te permitirá decidir irte o tomar el coraje necesario y quedarte, yo te avisé (somos la degeneración del 10, avivate).
Por algún motivo nosotros aprendimos a leer, a diferencia de otros que no tuvieron esa suerte bajo el mismo cielo, y este es un ejemplo de las miles de cosas que tuvimos la posibilidad de aprender y hacer en comparación con otras personas, iguales a nosotros, aunque con distinta suerte; que no han podido lograrlo por culpa las de las eternas manipulaciones de los verdaderos dueños del poder imperante en cada década (por mencionar de manera educada a los responsables de la situación actual del mundo).
Ahora, ¿qué hacemos sabiendo que somos los elegidos? Podríamos negar que lo somos, o lo que es peor, ser conscientes de que contamos con esta suerte y, sin embargo, preferir hacer de cuenta que no existe. No hacerse cargo pareciera ser más simple. Los brillos, que son brillos falsos y que encima no nos corresponden y nunca nos corresponderán aunque nos hagan creer que algún día los alcanzaremos, intentan en estos tiempos que nuestras miradas se desvíen para distraernos y lograr que evitemos recordar que somos los elegidos.
Una vez que superemos el paso de quedarnos sentados mirando lo que algunos dicen, estaremos en condiciones de avanzar con la idea de poner en práctica la misión que tenemos por ser elegidos. Es más simple de lo que puedan llegar a imaginarse, es cuestión de comenzar a vivir sabiendo que somos los que podemos lograr el cambio, así como nos enseñaron grandes maestros, que alguna vez también fueron jóvenes, e incorporando aquello que iremos aprendiendo. Saber que cada uno, desde su lugar (nunca puede ser humilde el lugar si tiene buenas intenciones) tiene la capacidad y la responsabilidad de construir aquello que el resto de nuestra generación no podrá construir, pero que estará apoyando si brindamos nuestros esfuerzos desde la más pura honestidad. Será un comienzo, sin dudas uno de los tantos ladrillos que se necesitan para construir las bases del futuro. Pero estos ladrillos no deberán ser de los duros, con la experiencia del pasado debemos aprender que estos tendrán que ser blandos y moldeables, y serán los que reemplazarán a aquellos viejos que en su rigidez cada día se agrietan más.
sábado, 19 de junio de 2010
De cerca y de lejos
viernes, 11 de junio de 2010
Carta abierta a los antis
lunes, 7 de junio de 2010
Vida inteligente
viernes, 4 de junio de 2010
Hasta el fin del mundo
por Leandro Palazzo
“No estamos en una época en la que podamos hacernos los boludos”, prorrumpió fastidiado, y mientras la gota más delicada de sudor recorría las líneas de su frente vio que venía el colectivo. Subió sin hablar, como pensando en otra cosa, sin embargo era evidente que aún retumbaban en su cabeza las propias palabras que acababa de decir. Su amigo, condescendiente, en cambio prefirió mirar a la mina que subía delante de él. Pero cuando apoyaron sus espaldas en el asiento, el dialogo continuó en la misma línea. “Vivimos anestesiados muchos años, sumisos a lo que nos dictaban, con miedo, con ese miedo que soportan las personas traumadas. Somos un pueblo traumado, pero depende de nosotros decir mañana eramos en lugar de somos un pueblo traumado”. Sus palabras eran sabias y escondían algo de soberbia imperativa, pero su amigo lo escuchaba comprendiendo que tenía razón. Para decir estas cosas más bien no titubear, aunque nos señalen de arrogantes. Cuando hablaba, su cara también expresaba, sus cejas bailaban al compás de las palabras, y cuando enfatizaba sus pensamientos fruncía el seño, como un nene enojado. Creo que verdaderamente se enojaba cuando hablaba, pero eso demostraba que sentía lo que decía. “Es difícil, pero el cambio debe nacer algún día” – dijo – “La historia está colmada de erosiones populares que como volcanes arrasaron con las convenciones que parecían eternas. ¿Porqué no creer que en cualquier momento el fuego líquido, ese que nacerá del fervor, comenzará a quemar las ciudades? Cuando eso suceda tenemos que estar preparados. Yo no quiero estar dormido en ese momento, quiero estar despierto, bien despierto, gritando, viviendo”. Cuando terminó de exponer, quizás mientras algunos rezagos de sus ideas aún le hacían cosquillas en la nuca, su amigo, observándolo, se sintió afortunado. Se sintió felíz por conocerlo, por ser su amigo, por escucharlo. Se sintió entusiasmado porque seguramente cuando llegara aquel día estaría acompañándolo. Se sintió orgulloso de haberlo conocido, sabiendo que de lo contrario, cuando llegara el día, en lugar de estar gritando con él, estaría viendo el fin del mundo en silencio por televisión.