viernes, 16 de julio de 2010

por María Soac

Anoche, cuando usted me miró así, cuando me dijo que el mundo era para mí sí se lo pedía, me quedé con una sensación extraña, una buena sensación. Bueno, sensación al fin. Y eso es lo importante.

Quizás, si la vuelvo a pensar, no fue una charla grandiosa: no disipamos dudas universales ni descubrimos verdades últimas. Sin embargo, fue grato.

Y a mí me gusta, como me gusta quejarme, hacerle saber a mi interlocutor (que resultó ser usted, por razones que el cosmos sabrá) que el diálogo causó una linda emoción en mí.

En síntesis, ésta es mi manera (rebuscada y frívola) de expresarle cuánto me gusta.

Ojalá, que siga así.

María

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