sábado, 3 de julio de 2010

Juliancito sale a la calle

Fragmento encontrado en una cadena de mails.

… déjenme que me acuerde. Ya está. Bien: ayer volvía a mi casa desde el trabajo. Bajé en la estación Medrano y decidí, como quien inconscientemente tira de la soga que viene desde la oscuridad, cambiar el recorrido habitual. Llegué a la esquina de Gascón y Corrientes y, al doblar hacia la izquierda, vi que salía un compañero de trabajo (ganador del prode mundialista y del Gran DT) de la peluquería a la cual va mi novia. Saludo de cortesía, que de su parte fue más cariñoso que en el trabajo, y su respuesta ante mi pregunta obvia fue: “Vengo siempre, acá es donde mejor depilan”. No terminó de decir eso que salió otro pibe, lo agarró de la mano y le dio un beso en la boca. Como diría Adriana Posetti, la de Biología II, “huí despavoridamente”.

Crucé la calle y me lo encontré a Martín Romano, el de Análisis IV, quien venía en dirección contraria a la mía. (Me lo cruzo siempre porque es del barrio: al principio era gracioso, pero ahora ya resulta molesto). Nos saludamos con una murmuración y cada uno siguió su camino. Me acordé de que tenía que retirar mi pantalón de Kung Fu de la modista (se había roto) y volví por donde había venido.

En el bar de la esquina de la peluquería, en una mesa pegada a la ventana, estaba ¡Fabián charlando muy animadamente y, a puras risitas, con Martín! Sí, Fabián, el rubiecito de pelo corto, el de la cara de loco, el de la cara de asesino serial de hormigas. ¿Se acuerdan? Fue compañero nuestro cuando lo tuvimos a Martín de profesor. Digo lo de hormigas porque me acuerdo de que tenía un fornicario. ¡Un fornicario! ¿Se acuerdan? ¿A qué clase de loco se le puede ocurrir creerse el Big Brother de las hormigas?

En fin, los saludé con la manito.

Como a la noche hubo un maratón de “The Bing Bang Theory”, en casa nadie quería cocinar. Entonces bajé a buscar unas empanadas en “El Salteño” y ahí vi a Martín que estaba a los besos apasionados con alguien de pelo corto y claro.

Yo pensé lo mismo que están pensando ahora ustedes y, como estaba sin anteojos, me acerqué mucho para ver qué estaba pasando. En ese momento se dieron vuelta los dos (Martín y su novia de pelo corto) y me miraron con cara de “sacale una foto, boludo, así te dura más”.

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