lunes, 12 de julio de 2010

El otro monumento

por Alejandro Bianco

Rosario está llena de atractivos: uno puede dar un paseo, a la tarde, por Boulevard Oroño y sentirse realmente bien; ver de noche el iluminado Monumento a la Bandera y emocionarse; dar una vuelta en velero y remontar relajadamente ese Paraná marrón y tranquilo; etcétera.

Pero también está bueno salir de los circuitos turísticos clásicos y, de golpe, tomarse, por ejemplo, el 143, que te deja a una cuadra de la estatua del Che, en una plaza agreste de un barrio residencial más de esta ciudad grande y bien armadita. Está bueno bajar de un bondi una noche fría de invierno y encontrarse con esa oscura masa erigida en el arrabal rosarino, en la que se perfila una imagen histórica y mitificada, pero también vigente, sincera y humana. Recién allí uno concluye, entonces, que la historia de los hombres ha pasado por Rosario.

La estatua del Che no es una estatua más, no es un homenaje organizado verticalmente desde un Estado nacional con el fin de instruir a ciudadanos con el bronce frío y con el ejemplo lejano en el tiempo. Este monumento está hecho con la colaboración de gente: miles de personas aportaron más de 14 000 llaves para su construcción.

No tiene la espectacularidad ni la fama del Monumento a la Bandera, y su imagen no está en nuestros billetes. Tampoco es una postal obligada, como la Torre Eiffel o las pirámides. Pero, sin embargo, se va corriendo la bola y, cuando uno llega a Rosario, nunca falta quien, mapita en mano, pregunta por la estatua del Che, o quien informa acerca de su existencia.

“Vayan a ver el monumento al Che”, nos dijeron. Nuestro micro con destino a Retiro salía en cinco horas y teníamos un espacio de tiempo muerto. Agarramos yerba y llenamos un termo con agua bien caliente (hacía un frío horrendo); seguimos instrucciones, nos subimos al 143 y bajamos donde se nos indicó. Por cuatro o cinco minutos —más no nos dejó el viento polar—, fuimos testigos de nuestra historia, la verdadera, la que se va haciendo desde abajo, en cualquier campito, con llaves viejas, con lo que sea.

Publicado por d-10, 2010.

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