lunes, 21 de junio de 2010

Los elegidos

por Leandro Palazzo

No cualquiera tiene la posibilidad de ser elegido. Si estás leyendo esto, bien. A partir de ahora sos uno de los seleccionados. No pienses nada, no es ni bueno ni malo, es lo que te tocó en este momento por estar leyendo esto. Ahora, afrontar la responsabilidad de ser uno de los elegidos está en tus manos. Este paréntesis te permitirá decidir irte o tomar el coraje necesario y quedarte, yo te avisé (somos la degeneración del 10, avivate).


Por algún motivo nosotros aprendimos a leer, a diferencia de otros que no tuvieron esa suerte bajo el mismo cielo, y este es un ejemplo de las miles de cosas que tuvimos la posibilidad de aprender y hacer en comparación con otras personas, iguales a nosotros, aunque con distinta suerte; que no han podido lograrlo por culpa las de las eternas manipulaciones de los verdaderos dueños del poder imperante en cada década (por mencionar de manera educada a los responsables de la situación actual del mundo).


Ahora, ¿qué hacemos sabiendo que somos los elegidos? Podríamos negar que lo somos, o lo que es peor, ser conscientes de que contamos con esta suerte y, sin embargo, preferir hacer de cuenta que no existe. No hacerse cargo pareciera ser más simple. Los brillos, que son brillos falsos y que encima no nos corresponden y nunca nos corresponderán aunque nos hagan creer que algún día los alcanzaremos, intentan en estos tiempos que nuestras miradas se desvíen para distraernos y lograr que evitemos recordar que somos los elegidos.


Una vez que superemos el paso de quedarnos sentados mirando lo que algunos dicen, estaremos en condiciones de avanzar con la idea de poner en práctica la misión que tenemos por ser elegidos. Es más simple de lo que puedan llegar a imaginarse, es cuestión de comenzar a vivir sabiendo que somos los que podemos lograr el cambio, así como nos enseñaron grandes maestros, que alguna vez también fueron jóvenes, e incorporando aquello que iremos aprendiendo. Saber que cada uno, desde su lugar (nunca puede ser humilde el lugar si tiene buenas intenciones) tiene la capacidad y la responsabilidad de construir aquello que el resto de nuestra generación no podrá construir, pero que estará apoyando si brindamos nuestros esfuerzos desde la más pura honestidad. Será un comienzo, sin dudas uno de los tantos ladrillos que se necesitan para construir las bases del futuro. Pero estos ladrillos no deberán ser de los duros, con la experiencia del pasado debemos aprender que estos tendrán que ser blandos y moldeables, y serán los que reemplazarán a aquellos viejos que en su rigidez cada día se agrietan más.


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