viernes, 30 de abril de 2010

Canzansio de jueves por la noche

por Carolina Brani


Habla de la escritura y yo que vengo de comer un pancho. Habla de la organización textual, pero yo estoy pensando si llego o no a la combinación de subte.


Habla de atención y yo escribo mientras dicta la clase. Dice que en un texto las fuentes se citan, que de lo contrario es plagio. Yo me pregunto: citando las fuentes, ¿no sería un plagio confesado? Quiero decir, por citar fuentes, ¿deja de ser robo?


Habla de una escucha atenta, pero su voz se asemeja al canto de un pajarito, a un perfecto arrorró. Entonces propone una actividad, pero yo ya tengo la cama en mi mente.


Habla de saberes, y yo me pregunto qué pasaría si le robo el resumen con el que se guía.


Habla de un elemento contextual y yo sólo veo cómo su media se asoma entre la bota y el pantalón.


Una voz se cuela por la ventana, viene de afuera. Ella habla de coherencia global, y yo sólo veo los ojos que se duermen. Los ojos del que está al lado. Los ojos del que está adelante. Hasta puedo imaginar los ojos del que está atrás.


El tema de los significados se introduce en la clase. Pero no dura mucho, ahora está hablando de los recuerdos. Yo, entonces, recuerdo el pancho que comí, la batería que se acabó y la pollera que estaba en oferta.


Cortázar mira desde el cuadro mientras acaricia a su gato. Y yo, acá, escuchando cómo pilas de palabras se estrellan contra la pared.


Asegura que un texto debe ser coherente. Pero, entonces, esto que escribo, ¿no es un texto? Afirma que se debe escribir pensando en el lector. Yo me opongo: ¿por qué escribir para otro?, ¿por qué no escribir para mí? Si este texto es plenamente mío. Aunque espero que alguien al leerlo se vea identificado, y yo no me sienta tan sola en este raro canzansio de jueves por la noche. Raro como este día, raro como este “texto” y raro como la ese después de la zeta.

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