martes, 3 de agosto de 2010

En un abrir y cerrar (de puertas y ventanas)

por María Soac

Abrí al ventana y ahí justito se apareció.

Mezcla rara de enano y desequilibrado mental.

Lo dejé pasar, porque soy una atrevida, nomás. Me gusta siempre estar sobre la cornisa.
-¡Ay, un enano!
-Pará, maleducada, antes que nada, no soy un enano, soy un elfo. Y segundo, soy el Tiempo.
-¿Tiempo, posta sos el Tiempo?
-Sí, el mismo que viste y calza.
-¿Y dónde vivis, capo?
-En todos lados.
-Bue. Te fumaste a la poesía también, ¿no?
-Mirá, flaquita, no vine para que me bardees. Tengo que decirte algo muy importante. Algo que va a cambiarte la vida.
-Ah, bueno, dale, desembuchá.
-¿No me vas a invitar con algo para tomar, o para comer?
-No, me estás provocando un cachito de repulsión en realidad, quiero que te vayas lo antes posible. Hey, ¿qué tenés ahí?
-¿Dónde?
-En los bolsillos.
-Nada, nada. No tengo nada.
-Sí que tenés, sacá todo lo hay adentro de tus bolsillos o juro que te piso.
-¡No, por favor, sólo son unos barbitúricos para uso personal! ¡No sabes lo difícil que es mi trabajo!
-No, no lo decía por los barbitúricos. Sacá todo lo que tenés.
-No, dale, eso no.
-Dale, Tiempito, entregalo, o la vas a pasar mal.
-¡No, lo necesito!
-A llorar a la iglesia, Tiempo. Dámelo.
-Te vas a arrepentir...
-Callate, ¡ay, qué lindo es! ¿Para qué sirve?
-Es un esperanzador. A las personas que están agotadas, nada, les doy un poquito, apretando este botoncito, ¿ves?, y así le das un tiempo más.
-¿Me lo prestás unos días?
-No, no puedo, lo necesito.
-¿Esto viniste a darme, esperanzas?
-No, lo tuyo es algo especial. En general, no dejo que la gente me vea, directamente. Pero vos sos una terca. Te di muchas pruebas de que estabas malgastándome. Pero no das pie con bola. Sos terrible.
-¿De qué hablas?, qué hambre.
-Que estás gastando mal tu tiempo. ¿No te das cuenta?, en cualquier momento, en un abrir y cerrar de ojos ya te va a haber pasado la vida, ¿y qué hiciste? Siempre decís que hay tiempo, que es lo que sobra, pero lo estás derrochando. Tenes que empezar a hacer todo lo que decís que vas a hacer cuando seas grande porque, no sé si sabías, ya sos grande.
-Ufff, qué amargo que sos. Tengo tiempo, tengo todo el tiempo del mundo.
-No, te va a pasar la vida, y no hiciste ni un tercio de lo que te propusiste. Voy a tener que pensar que, al final, sos una llorona.
-¡No, no soy una llorona!
-Bueno, entonces, crecé, y usá tu tiempo como corresponde. Basta de boludeces.
-¿Ah, si?, y si no quiero, ¿qué vas a hacer, Tiempito? Si es que de verdad lo sos, hasta ahora me pareces un enano.
-Si tengo que volver, voy a usar el acelerador, y te voy a envejecer, hasta tus útimos minutos.
-¡Mira cómo tiemblo!
-No seas tan prepotente, pensá lo que te digo. Yo no hablo en balde. Me tengo que ir, el tiempo apremia.
-Tomá, no olvides tus barbitúricos. Si volves, te denuncio por tenencia.

Y así se fue el Tiempo de casa.

Me sentí desencajada.

Puse tablones en la ventana. Y un burlete debajo de la puerta.

Si intenta volver, por lo menos va a tener que tocar el timbre.

Desprevenida, no más.

2 comentarios: